La historia de los rayos X comienza con los
experimentos del científico británico William
Crookes, que investigó en el siglo XIX los efectos de ciertos gases
al aplicarles descargas de energía. Estos experimentos se desarrollaban en un
tubo vacío, y electrodos para generar corrientes de alto voltaje. Él lo
llamó tubo de Crookes. Este tubo, al estar cerca de
placas fotográficas, generaba en las mismas algunas imágenes borrosas. Pese al
descubrimiento, Nikola Tesla, en 1887, comenzó a estudiar este
efecto creado por medio de los tubos de Crookes. Una de las consecuencias de su
investigación fue advertir a la comunidad científica el peligro para los
organismos biológicos que supone la exposición a estas radiaciones
lunes, 28 de abril de 2014
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